Hoy me he dado cuenta; la Originalidad ha muerto hace ya miles de años. Es una idea que me tuerce. Quizás ya lo sabía y sólo huía, no quería aceptarlo. Se puede oler el aliento putrefacto que se desprende de su tumba en todo lo que escribo. La he sobreestimado. Ella era el objetivo por el cual unía las palabritas y las oraciones. ¿Tiene sentido, seguir escribiendo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para sola y únicamente escribir de manera correcta? ¡No tengo ni la mas remota idea! Ni tan sólo si lo que estoy diciendo es tan estúpido como para no darme cuenta. No estoy diciendo que yo creyera que era original, sino que mi objetivo era ése, del cual no dudo que se alejara. Es más, lo que estoy diciendo ahora se debe de haber dicho ya montones de veces. La idea resulta frustrante. Hay millones y millones de blogs como este y sin embargo, todos buscamos lo mismo y nos creemos que tenemos una maldita pizca de originalidad. ¿A qué tenemos que acudir, una vez aceptada la ya no existencia de la creación original? ¿A un sinfín de adornaciones barrocas? ¿Al absurdo? ¿Al surrealismo daliniano? ¿Al recto orden clasicista? ¿O quizás al relato filosófico? ¿Podemos pensar en la resurrección de la Originalidad? Esta debe de ser la clave. O quizás no. Los muertos no hablan.
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